Entrevista con el fotógrafo Bogdan Ater, Madrid 2009

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Entrevista con el fotógrafo Bogdan Ater, realizada por Yana Klotchkov Kuznetsova

 

¿Cuándo empieza a pensar en fotografía?

Me interesaba antes de estudiar Bellas Artes. La primera forma de expresar lo inexplicable o lo incomprensible, ha sido a través de la fotografía.
Mi primera cámara me la regaló mi tío cuando tenía diez años, me explicó cómo se usaba y me inició en la fotografía. Todo aquello me pareció fascinante, extraordinario. Me impactó el hecho de poder inmortalizar cualquier cara que yo eligiese y esa sensación creada por la captura de la inmediatez, porque cada momento es irrepetible, ¿no? Por eso dejé la pintura de lado como recurso específico y único dentro de mi trabajo.

  
  

 



¿Cree entonces que utilizando como herramienta la pintura no podría obtener lo momentáneo?

Con la pintura lo puedes hacer, pero es un proceso más lento que no resulta momentáneo, por lo que es menos fugaz. Además, la pintura se filtra en mayor grado a través del hombre de lo que lo hace la fotografía, y me refiero al filtro personal: en la pintura el ojo ve, la mano coge pintura, y después obtienes el cuadro, que refleja lo que observó tu ojo y pintó tu mano; mientras que la fotografía maneja un arte que está fuera del artista, porque su ojo ve, pero no es su filtro, sino el de la cámara que lo inmortaliza. Es un proceso más técnico puesto que depende de uno mismo que sea mejor o peor, como por ejemplo cuando se elige la posición de las luces, pero la acción de “captar” lo ejecuta el aparato.

 

En la pintura, la imagen se procesa en el cerebro, y este desarrollo puede alterar mi posterior visualización de esa idea por lo que es engañoso ya que en ella han actuado mis impresiones y disposiciones fisiológicas. Con la cámara puedes estar convencido de lo que ves, pero en el revelado se introduce el componente del azar porque trabajas un poco a ciegas, ya que no es tu lente la que capta el cien por cien de la imagen y no puedes tener una seguridad completa, pero añade el factor de lo sorprendente.

¿Durante su formación artística sentía especial inclinación por algún estilo específico?

Cuando era estudiante de Bellas Artes, todo lo que tenía que ver con la parte teórica de la Historia del Arte propiamente dicha no me llamaba especialmente la atención. Siempre he preferido la parte más práctica, por eso tengo poco interés por continuar este largo proceso histórico. Me gustaría no tener que vincularme a ningún estilo concreto y conservar mi individualidad e independencia.

 

¿No cree que pide demasiado?

Simplemente pretendo expresarme de forma individual sin dependencias ni conexiones de ningún tipo, pues no me interesa vincularme a lo que hice en la Facultad o lo que pude leer. No se trata de manifestar ideas individuales, sino de expresar conceptos universales desde una introspección personal desde la que surge todo. No lo quiero completar ni complementar con nada.

¿Y qué me dice de la serie “La Alquimia del Alma” donde se intuye, y no sin razón, la conexión con Caravaggio?

Esta relación técnica se desarrolló de forma excepcional, como una coincidencia, pero por lo general no me gusta continuar una evolución.

¿Qué opina sobre la fotografía como documento verídico de la realidad?

Le comentaba que me interesa la fotografía de Man Ray: él no realiza una copia exacta como testigo de algún momento concreto, o histórico, como es el ejemplo de la fotografía documental. Está más cerca de la visión subjetiva de la persona que realiza la foto, de lo atemporal, de lo inmaterial... es ésto lo que yo trato de realizar.

¿Qué interés tiene para usted la fotografía que, sin embargo, no tiene el vídeo?

Yo creo en la imagen fija, me gusta el momento, no las sensaciones más complejas que pueda transmitir el vídeo. Por ahora no me interesa utilizar ese medio para expresarme.
 

¿Qué es lo que no fotografiaría nunca?

El mar, porque no se puede abarcar con la vista, no se deja dirigir ni controlar, ni permite cortarlo, delimitarlo o concentrarlo. Nunca podría expresar en una imagen estática todo lo que me transmite la visión del mar. Me parece que en una fotografía que pretende convertir al mar en objeto es incapaz de transmitir toda la sensación que produce verlo frente a tí, sería muy complicado que esa imagen no quedara en una simple fotografía realizada por un turista.

Le interesa principalmente la figura humana…

 

Las cosas que quiero expresar están dentro del ser humano, lo que está fuera de él, no me interesa. El cuerpo es lo más expresivo que conozco, ya que es lo que mejor dirigimos y entendemos, mediante lo que nos expresamos y lo que más nos impacta. Si se trabaja con él, a diferencia de la palabra, puedes transmitir lo que quieras. No tengo porqué hacer una referencia a lo externo, eso ya se refleja en el individuo. No necesito de decorados, ni accesorios, sólo al ser, a la persona. Estas ideas las transmito desde la serie de “Alquimia del Alma”.

¿Qué diferencia hay entre la serie “La Alquimia del Alma” y las anteriores en las que ha trabajado?

Hay una similitud que soy yo, y hay una diferencia de fondo, otras ideas.
 

Usted que ha viajado mucho, ¿cree que esto ha influido en su obra?

Es inevitable: la obra progresa o se transforma en la manera que “uno” lo hace. Más que el viaje en sí, son las personas, conocer a la gente de los diversos lugares y ver las variedades del ser humano desarrollado bajo diferentes culturas lo que provoca una reacción en uno mismo. Los sitios los puedes ver desde el sillón, ahora puedes acceder a toda la información, pero no puedes profundizar en las relaciones.


¿Cómo encuentra la enseñanza actual en Bellas Artes?

Ponen demasiado énfasis en la técnica y en lo que puedes conseguir gracias a ella. Es cierto que dan muchas posibilidades e intentan enseñar todas las opciones que te otorga, pero se olvidan de algo mucho más importante: la idea. No están cultivando las reflexiones, que el alumno sea consciente de ellas. Creo que podrían hacer un poco de psicología, desarrollando cada estudiante algo interior, una facilidad de expresión, buscar la esencia de cada uno, una habilidad, o fertilidad de ideas. Veo pocas variaciones, es la impresión que me da, aunque sé que hay excepciones.
 

¿Cuál es su próximo proyecto?

Actualmente ya estoy trabajando en un nuevo proyecto fotográfico sobre Inocencio X vinculado a la instalación que me aporta algo de trabajo manual, y una forma de expresión más amplia, que implica en mayor medida al espectador. Me gusta esta nueva forma de expresar el nuevo concepto del arte contemporáneo, de “hacer una arte un poco más útil”: es una línea de mobiliario, cosas que sirven para uso diario cotidiano que interactúe con el arte, algo que sea más cercano y se aleje de la idea del lujo, en un tono menos abstracto.
Trabajando en la línea de muebles pensé seriamente en hacer algo artístico, desarrollando el aspecto más “útil” del arte fusionado con la fotografía, acercarlo aún más al espectador.

¿Se refiere al mobiliario que ha diseñado para el Espacio Niram?

Sí, el Espacio Niram está decorado con mobiliario que yo he diseñado. Todo está creado para conseguir una impresión concreta. Son muebles hechos a mano con materiales como la madera o el cuero. Es arte útil, disponible para el manejo diario pero con un aporte artístico.

(Fragmentos)

 

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Bogdan Ater se graduó por la Academia de Bellas Artes de Bucarest y luego empezó su carrera en artes fotográficas. Vive en España desde hace algunos años y es el director de la Revista de Cultura Madrid, además de ser uno de los que iniciaron una línea de mobiliario de diseño artístico Ater & Niram.

Ha tenido varias exposiciones de fotografía en Rumanía, España y Portugal, la más reciente Zapping en Portugal en julio de 2008, en las Galerías Saldanha - Atrium de Lisboa. Con esta ocasión, Don Álvaro Lobato de Faria, Director del Movimiento de Arte Contemporáneo de Lisboa, le otorgó el Premio MAC, como reconocimiento de su actividad y colaboración en el campo de bellas artes.

El estilo de Bogdan Ater lo describe el crítico Mario Barangea en la Revista Agero, Alemania:

Bogdan Ater cuestiona la luz como modo existencial pacífico. (...) La estampa de misterio es una carga más pesada que el pensamiento del pecado, su arte deja rastros muy hondos en la luz. Son huellas que descubren el recuerdo de una zona insidiosa, entre peligro y opacidad. Sus víctimas somos todos nosotros, los que miramos, tratando de establecer un contacto plenario, en realidad, con nosotros mismos. (ICR MADRID)
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